Comencé a dar mis primeros pasos en mí querido terruño llamado Colonia Broggi, en el partido de Saladillo Pcia. de Bs. As.,  alrededor de 5000 hectáreas, con un casco central de una típica casona de color amarillo y puertas verdes, piso de ladrillo, las habitaciones con pisos de madera, con una hermosa capilla con la imagen de Isidro Labrador, rodeada de magníficos pinares, añosas acacias y opulentos eucaliptus.

Allá por 1955 empecé a transitar el aprendizaje de mis primeras letras con una señorita, esas de antes, Rosa Gutiérrez se llamaba, de 66 años de edad, la cual fue maestra de mis padres y mis tíos también, cuyo padre, Irineo Gutiérrez, tenía en ese entonces 100 años y falleció a los 109 años, y mi maestra falleció a los 101 años.

Esta Colonia perteneció a la familia Álvarez de Toledo, con una estación ferroviaria homónima perteneciente a la nunca olvidada vía El Provincial; previamente perteneció al Brigadier Juan Manuel de Rosas. Esta Colonia fue ocupada por arrendatarios por vía paterna, Fanesi Frontalini, por vía materna Rosso Zappa; a través del arrendamiento se llegó a subdividirse las 5000 hectáreas en 200, 100 y 50 hectáreas. Yo me crie en una de las más pequeñas, de 50 hectáreas, distante del casco antes mencionado, aproximadamente a 2km.

El primer día de clases, cuando yo tenía 6 años, mi padre me llevó en sulky , pasado el tiempo el trayecto lo hice a pie en compañía de primas, primos y vecinos, totalizábamos de 15 a 20; mas los sobrinos de la señorita Rosa. El paso obligado era la casa de mi abuelo Eugenio, viudo él, que vivía con mis tíos Raúl y Roberto, acompañado de dos gatos ermitaños que solamente se dejaban ver por los varones y se escondían cuando entraban las mujeres de la familia. Se llamaban Chuluto y Tití, pasión para mi abuelo quien también era ermitaño pero sumamente cariñoso para mí. Esto es el génesis de mi amor por estos felinos que no excluye para nada a los otros animales. Todo lo contrario pasaba en la casa de mi abuela Julia donde solo abundaban los perros. Aquí, desde mi infancia, me di cuenta la dicotomía entre los humanos, gatos vs perros, que también lo tuve, al mejor estilo Capuletos y Montescos; eran los gatos Rosso Zappa y los perros Fanesi Frontalini: ¿como hacía para quedar bien con todos los abuelos?, la respuesta la tengo; probemos con los 2 y rompamos el mito, que por lo general tenemos con los mininos, que son imagen y semejanza y característica de nuestra personalidad y como tal tenemos la humanidad dividida. Mitad amamos visceralmente y la otra los rechazamos visceralmente.

¿Por lo tanto son los mininos, o los usamos para decirnos las cosas? Eso en cuanto a los gatos en sí, ni que hablar si enfrentamos pichichos con mininos.

De ahí a la actualidad un buen día, y no soy experto en razas porque quiero a todos, me apasionó las particularidades de estos leoparditos en miniatura de quienes tengo un criadero amateur. 

Dr. Daniel Fanesi “Colonia Broggi”